Challenger, el misterio que no fue (parte 1)
Hoy se cumple un cuarto de siglo del trágico vuelo final del transbordador espacial Challenger, que terminó en un catastrófico choque contra las aguas del Atlántico minutos luego de la explosión de su cohete propulsor.
Como cada vez que ocurre un evento trágico e inesperado, y más todavía cuando llega a todo el planeta, los vendedores de misterios y conspiraciones aprovecharon la oportunidad. La prensa sensacionalista (es decir, casi toda la prensa) sigue narrando el suceso en una forma que desdeña la verdad, enfatizando los elementos románticos y la sensación de injusticia cometida.
Uno de los elementos más comunes del hambre de misterio es recurrir a las conspiraciones y a la desconfianza hacia las instituciones gubernamentales. Años después de la tragedia del Challenger, se propagaba por la recién estrenada Internet una supuesta transcripción de una grabación realizada por los astronautas en sus últimos momentos, que demostraría que al menos algunos de ellos sobrevivieron hasta el choque final de la cabina contra el océano. Esta grabación habría sido ocultada por la NASA, como así también el hecho de que algunos astronautas podrían haber sido rescatados y estar todavía vivos, aunque ocultos. Todo esto habría sido cubierto cuidadosamente porque la NASA habría querido preservar la imagen trágica pero segura de una muerte instantánea causada por una explosión imprevista, cuando la realidad sería que los astronautas sufrieron horriblemente a causa de un vehículo inseguro construido con materiales baratos.
Además, se dijo que el lanzamiento había sido apurado por razones políticas (luego de muchos retrasos y postergaciones embarazosas del programa espacial), que la NASA sabía que el equipamiento del propulsor era defectuoso, y que el compartimiento de combustible estaba sellado con un material menos eficaz de lo necesario porque el que debía usarse estaba prohibido por regulaciones ambientales. Como se ve, la culpa la tienen los políticos, los tecnócratas y los ambientalistas: blancos preferidos de una paranoia típicamente estadounidense.
La verdad es que la NASA intentó preservar de la prensa muchos detalles de la investigación, y ese silencio alimentó los rumores y las exageraciones. La NASA no ocultó, aunque tardó un poco en reconocer, que los tripulantes del Challenger no habían muerto todos en la explosión; al menos tres de los siete lograron activar sus tanques de aire de emergencia antes de golpear contra el océano. Es absolutamente imposible que hayan sobrevivido al choque, que implicó una desaceleración súbita de 200 g. Los astronautas no llevaban grabadores personales y una cinta grabada no podría haber resistido el choque y la exposición a seis semanas en el agua del Atlántico (que es lo que se tardó en rescatar los restos). El aislante de las junturas del tanque propulsor era tan bueno como cualquier otro, y el diseño del tanque ya había sido utilizado muchas veces sin problemas en otros vehículos y en el mismo Challenger.
Pero la historia de la cinta y su transcripción no precisan desmentidas de esta clase, porque sabemos de dónde provino: la creó de la nada el periódico amarillista Weekly World News (uno de esos prototípicos “tabloides de supermercado”) en 1991. Una idea de su seriedad la dan algunos de sus temas habituales: el “Chico Murciélago”, los avistamientos de Elvis Presley, el hallazgo de reliquias bíblicas como el Arca de Noé o las sandalias de Jesús, y notas recurrentes sobre criptozoología.
Por supuesto que la tragedia del Challenger no podía dejar de caer también en manos de los profetas. En la segunda parte de este artículo hablaremos de una fuente de profecías a la cual acuden todos, o casi todos, los buscadores de misterio: Nostradamus.
Continuará…
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El Challenger además estaba haciendo la mayor parte de las misiones (era la «bestia de carga de la NASA» en ese momento), lo cual lógicamente incrementa la posibilidad de fallo, por simple desgaste de los componentes. Es muy bueno el artículo al que me apuntás, porque muestra que efectivamente hubo presiones políticas, aunque fueron de otra índole: quienes tenían que tomar la decisión se la jugaron para no quedar mal ante un público y un congreso que probablemente pedirían cancelaciones y recortes de fondos si el programa espacial seguía andando mal.
El accidente del Challenger le vino bien al gobierno americano,para mantener activa su maquinaria propagandistica.Mueren mas de 7 personas,diariamente,en accidentes automovilisticos.
Pablo, el accidente del Challenger, además de las víctimas, causó pérdidas materiales inmensas y retrasó el programa espacial varios años. No es que el gobierno tembló, pero la confianza de la gente quedó sacudida. ¿De qué manera esto puede ser propaganda favorable al gobierno americano? Por supuesto que en los accidentes automovilísticos mueren todos los días más personas que las del Challenger, pero eso no tiene relación (el gobierno no es responsable de que la gente maneje mal, demasiado rápido, borracha, dormida o en autos con problemas mecánicos).
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que horrible ser familiar de alguien de los que sufrio el accidente Challenger ¡¡¡¡¡horrible!!!!!
Muy bueno!!!
La verdad que no tenía idea que había tanta controversia en torno al accidente del Challenger.