Terremotos, tsunamis, apocalipsis nucleares y otras yerbas (parte 2)
Como siempre que ocurre un terremoto imporante en algún lugar del mundo, lo primero que todo el mundo quiere saber es cuán intenso fue, y allí entra en escena la famosa (o infame) escala de Richter.
El problema con la escala de Richter, o escala de magnitud local, es que no se utiliza más hace varios años, porque (entre otras cosas) a partir de cierto punto se produce un efecto de saturación por el cual el método de medición arroja valores similares para sismos de energías claramente diferentes. En la actualidad se utiliza la escala de magnitud de momento, la cual no se satura y genera mediciones más correctas. Esto no solo es ignorado por los medios, los cuales siguen informando magnitudes como “de la escala de Richter”, a modo de latiguillo, si no que además hacen informes sobre cómo se calcula esta magnitud a pesar de ser obsoleta. En el caso del terremoto del noreste de Japón, que midió 9 de magnitud, la escala de Richter es prácticamente inútil.
Los medios también aportaron a la sensación general de catástrofe con los ya trillados anuncios de que el eje de la Tierra se había movido a causa del terremoto, y más tarde, que el día se había acortado o alargado. Nadie se pregunta de qué manera se pudo medir esto. Lo cierto es que la Tierra no es de ninguna manera un cuerpo geométricamente perfecto ni homogéneo, y su eje se mueve constantemente. Los desplazamientos más regulares, causados por la influencia gravitatoria de la Luna, el Sol y de otros planetas, son conocidos, especialmente la precesión y la nutación.
Esos escasos centímetros que nos movió el terremoto de Japón fueron suficientes para ser medidos por medio de GPS, pero en general esto no es posible, y siempre se requieren cálculos complementarios para corregirlos. Estos movimientos en realidad no significan nada de importancia para el planeta en su conjunto, aunque sí para algunas cuestiones muy específicas. En una entrevista, Richard Gross, del Jet Propulsion Lab de la NASA, explicaba a Popular Mechanics:
Los terremotos pueden cambiar la rotación de la Tierra al reacomodar la masa de la Tierra. Esto es lo que hace un patinador sobre hielo que gira para lograr girar más rápido: mueve sus brazos más cerca del cuerpo. (…) Este terremoto debe haber movido la masa en promedio un poco más cerca del eje de rotación de la Tierra haciendo que ésta rote más rápido y que la duración del día sea un poco más corta.
Hay tres factores importantes en esto. Uno, por supuesto, es el tamaño. Si todo lo demás es igual, entonces cuanto más grande el terremoto, mayor será su impacto en la rotación de la Tierra. El lugar también importa. Si el terremoto ocurre en el ecuador, va a tener un efecto mayor que si ocurre en el polo norte o en el polo sur. Si se mueve masa hacia arriba o hacia abajo en el polo norte o sur, no tiene ningún efecto sobre la rotación terrestre en absoluto. Y luego, los detalles de cómo la falla se movió durante el terremoto, el ángulo de deslizamiento de la falla y en qué dirección ocurrió el deslizamiento, también son importantes. El movimiento vertical es mucho más efectivo para cambiar la duración del día que el movimiento horizontal que se obtiene en una falla de desgarre. Una falla de cabalgamiento como la que causó el terremoto de Japón tiene movimiento vertical; es más efectiva para cambiar la longitud del día que, digamos, un terremoto como el que tendríamos en la falla de San Andrés en California.
El eje cambia todo el tiempo. Todo lo que reacomode la masa de la Tierra cambia la posición del eje. Y los cambios más grandes de hecho se deben a la circulación de la atmósfera y el océano. (…) En el transcurso de un año el eje puede variar de posición alrededor de un metro, unas seis veces más que lo que causó este terremoto.
… La mayoría de la gente no se da cuenta de estos cambios. Pero aquí en el JPL nos preocupamos porque afectan nuestra capacidad de enviar naves espaciales a objetos distantes como Marte. (…) Si no los tuviéramos en cuenta, si asumiéramos que la Tierra está rotando de manera uniforme, podríamos errarle completamente a Marte al enviar una nave.
También se dijo que la costa de Japón se había movido un par de metros, lo cual es ciertamente impresionante, pero no muy misterioso: a fin de cuentas estamos hablando de placas que se deslizan unas sobre otras (o por debajo de otras, o en direcciones opuestas una de otra). Es la brusquedad del movimiento lo que llama la atención. América y África se están apartando una de otra a razón de un par de centímetros por año; Japón se movió diez veces más que eso en pocos minutos. Ambos son procesos naturales y bastante sencillos de graficar. Es difícil entender por qué tantas personas adultas se sorprenden o buscan “explicaciones alternativas” para un mecanismo que un niño de cinco años con un mínimo de imaginación puede entender. Evidentemente la naturaleza humana es más complicada que la geología y la astronomía combinadas…
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Sería bastante útil que, ya que hablas de la magnitud de momento como nueva escala, la explicases para los legos en la materia 😛
Con gusto, aunque todo esto está en la Wikipedia con mayor detalle. La escala de magnitud de momento se basa en la cantidad de energía total liberada por el terremoto. Esta cantidad de energía (que se llama «momento sísmico») se calcula a su vez multiplicando tres factores, que son la deformación de las rocas, el área de ruptura de la falla y el desplazamiento promedio de dicha área. Para calcular la magnitud, se hace el logaritmo en base diez del momento sísmico y se lo normaliza con un par de constantes. Como la escala es logarítmica, un terremoto de magnitud 8 libera diez veces más energía que uno de magnitud 7 (y diez mil veces más que uno de magnitud 4).