El cambio de DT: el efecto placebo del fútbol.
Por estos días en que el fútbol figura en los medios de comunicación aún más de lo normal, me puse a pensar en lo interesantes que pueden ser las estadísticas en los deportes. Particularmente, cómo sirven para demostrar que una medida que en principio parece acertada en realidad puede no haber servido para nada. Estoy hablando del cambio de DT en el medio de un torneo.
¿Cómo saber si cambiar el DT es provechoso? En principio parece una pregunta fácil de responder. Se compara el rendimiento de los equipos antes y después del reemplazo, y si en promedio hay una mejora, se concluye que cambiar al DT sirvió.
Pero este análisis peca de ingenuo. Para empezar, comparar los resultados de un equipo antes y después del cambio de DT no nos dice qué hubiera pasado si el DT no hubiera sido reemplazado. Lo que habría que comparar sería los resultados después de cambiar el DT con los resultados hipotéticos, inobservables, de los mismos partidos pero sin haberlo cambiado.
Además los hinchas sabrán bien que el DT no es el único factor que determina cómo le va a un equipo. No todos los oponentes son iguales, no siempre se juega de local, hay lesiones, arbitrajes poco favorables y simplemente mala suerte. Se puede pensar que un equipo tiene un rendimiento “ideal” que dependerá de los jugadores, el presupuesto, y todas las demás variables “internas” que pueden ser modificadas por el DT o la dirección. El rendimiento “real” va a variar al rededor del “ideal”; a veces le va a ir mejor y otras veces peor, pero el promedio se va a acercar a lo esperado.
Por ejemplo, este podría ser el rendimiento (medido de cualquier manera) de un equipo hipotético:
Se ve que, aunque hay algo de variabilidad, hay un claro descenso hasta la fecha 10, cuando el equipo sufre una clara mejora que se mantiene hasta el final del torneo. Quizás los dirigentes del club estaban medio nerviosos podrían decidir echar al DT cuando al equipo le estuvo yendo mal (nadie podría culparlos) y contratar a uno nuevo. Esto probablemente les cueste mucho dinero y recursos, por lo que se ponen aún más nerviosos. Sin embargo la pronta mejora en los resultados les dan la razón y se quedan contentos de que hicieron lo correcto y que es el inicio de una nueva era de excelentes resultados.
Muy lindo, pero en realidad el gráfico no es más que números aleatorios. Toda esta narrativa y la tranquilidad de los dirigentes no son más que una ilusión muy común denominada “regresión a la media”. Luego de un resultado particularmente malo o particularmente bueno, el siguiente tiene más probabilidad de estar más cerca del promedio que el anterior.
Este tipo de efecto es muy importante ya que es uno de la multitud de mecanismos que componen el efecto placebo. En el ejemplo anterior la intervención de los dirigentes no cambió nada pero sin embargo se observa un efecto aparente. Es que al equipo le estaba yendo mal por razones externas aleatorias y eventualmente iba a mejorar. El problema es que la intervención (echar al DT) no se da de forma aleatoria sino que está influenciada por una “mala racha” anterior.
Esta situación no es hipotética. Existe una literatura bastante abultada que estudia justamente esto y llega a una conclusión bastante clara: echar a un director técnico no tiene ningún efecto en el rendimiento.
Este estudio usa los datos de la Serie A italiana. En siguiente figura muestran el rendimiento promedio de los equipos antes y después del cambio de DT.
¿Resulta conocido? A primera vista se puede pensar que el “tratamiento” es efectivo, ¡los equipos tienen mejores resultados cuando cambian de entrenador! Pero esto es ilusorio. Una vez que se elimina estadísticamente el efecto de regresión a la media y se tiene en cuenta otras variables el resultado es que
De nuestro análisis, emerge que reemplazar el entrenador no produce efectos estadísticamente significativos en el rendimiento del equipo
Otro estudio utiliza otra metodología que es bastante prometedora. Primero analiza la curva de rendimiento promedio de los equipos que echaron al entrenador para luego buscar equipos con curvas similares pero que no realizaron esta “intervención”. De esta forma se tiene un grupo control y al compararlos se puede responder a la pregunta, ¿qué hubiera pasado si no se cambiaba al DT?
El rendimiento comparado entre equipos que cambiaron el DT luego de una baja en el rendimiento (línea negra llena) y los que no lo cambiaron luego de una situación similar (línea gris punteada). La línea vertical indica el momento del cambio de entrenador.
Como se puede ver, no sólo los equipos que no reemplazaron a su DT se recuperaron de su mala racha sino que lo hicieron más rápido que aquellos que sí lo hicieron.
Basta de casos hipotéticos
Un claro ejemplo reciente de este fenómeno se dio hace poco con el equipo Olimpo de Bahía Blanca. En noviembre de 2013, a pesar de encontrarse en medio de una una serie de duras derrotas, el DT Wálter Perazzo dijo que no iba a dejar el equipo y los dirigentes del club continuaron con su apoyo. Pocos días despúes, Olimpo le ganaba a River por 3 a 1 y luego pasó a ganar los siguientes dos partidos.
La narrativa, entonces, es de un entrenador que no se rindió y logró superar un mal momento y de una dirigencia que tomó una difícil pero decisión. Pero, ¿qué hubiera pasado si la actitud de los dirigentes hubiera sido distinta? Si Perazzo hubiera sido reemplazado y justo después el equipo comenzara a mejorar la narrativa habría sido la de un nuevo entrenador que logró sacar a un equipo de un mal momento e, irónicamente, de una dirigencia que tomó una difícil pero correcta decisión.
Los números del rendimiento de un equipo pueden no ser aleatorios; por ejemplo en el caso de los jugadores le «hagan una cama» al cuerpo técnico y jueguen mal a propósito o el caso de Colón, que no se presentó a un partido por falta de pago de sueldos. No hay que tener en cuenta solo los factores deportivos 😉
La llegada de un nuevo DT tiene un efecto objetivo y medible en la motivación. Los jugadores que antes eran suplentes ahora ven la posibilidad de ser titulares con un nuevo DT y los titulares sienten la necesidad de demostrar de nuevo para seguir siéndolo.
El jugador quiere jugar sea cual sea la situación. Tener mejor motivación probablemente no cambia los resultados en forma estadísticamente significativa, pero el reglamento no permite cambiar los jugadores en medio del torneo.
El cambio de DT da esa pequeña mejoría en la motivación, que dura 3 o 4 partidos.
Eso no es lo que parece mostrar la evidencia. Si ese efecto existe es mínimo y se ve opacado por otros.
Muy interesante. Sin pretender cuestionar la metodología que se muestra, hago las siguientes preguntas sólo para extender un poco la reflexión, y de ser posible, el análisis.
¿Podríamos decir que el fútbol es entonces, dada la gran cantidad de variables, una cosa de azar? ¿no habría forma de orientar de algún modo las probabilidades de rendimiento? Sé que no es lo que plantea el artículo, pero si no habría mayor relevancia en términos de rendimiento en un cambio de DT ¿qué más nos queda?.
Claramente hay técnicos más ganadores que otros, con resultados que a lo largo del tiempo son mejores que los de otros, y también, equipos que tanto en historia como en épocas tienen mayores probabilidades de ganar que otros. Algo en común deben tener. Al parecer un cambio de DT en sí mismo no implica mucho, pero probablemente conjugado con otras variables sí alcanza un efecto a considerar.
Muchas gracias por el artículo.
No creo. Hay equipos que consistentemente ganan competencias y otros que consistentemente las pierden. Hay azar pero también hay experiencia, entrenamiento y todo lo que hace a un buen equipo. Los estudios acá citados hablan del efecto inmediato del cambio de DT por razones de bajo rendimiento y no dice nada del efecto a largo plazo.
Muchas gracias por contestar, me queda claro entonces que se refiere al efecto inmediato. Ya me estaba asustando jaja