Agujeros negros en la ficción y la realidad
Los agujeros negros son objetos notables. Fuera de astrónomos, físicos y geeks, casi nadie sabe qué es en realidad un agujero negro, a pesar de probablemente haber leído sobre él. Un agujero negro es el recurso mediático-literario favorito para evocar un sumidero que todo lo absorbe y del que nada vuelve. En este sentido general, la alusión no está errada, pero la clave está en los detalles.
Hace recién unos días me hice tiempo para ver la película que reinició la larga serie de Star Trek (en castizo, Viaje a las estrellas); tiene cuatro años ya, y yo la había esquivado porque Star Trek tiene para mí un valor sentimental que se erosiona un poco cada vez que me expongo a la cosa real, pero decidí verla porque este año se estrenó su secuela y quiero verla también. Los agujeros negros son protagonistas en Star Trek versión 2009; eso fue lo que me motivó a escribir este post, aunque de manera negativa: porque su representación es tan mala, tan alejada de la realidad (y no siempre por motivos dramáticos), que hacía falta aclararla.
En Star Trek, los testigos de la formación de un agujero negro hablan de algo similar a una “tormenta eléctrica” (¡en el espacio!) y una toma muestra un “agujero negro” bidimensional, algo tan burdo como los agujeros dibujados que los personajes de los dibujitos animados pegaban en los pisos y paredes. Pero un agujero negro no es un remolino de cosas que giran en el espacio cayendo en un hueco, sino una región tridimensional del espacio, y es virtualmente invisible salvo cuando está frente a algo o cuando algo está cayendo en él.
En La conexión cósmica, Carl Sagan comparó los agujeros negros con el gato de Cheshire, el felino de Alicia en el País de las Maravillas cuyo cuerpo desaparecía de a poco dejando sólo su sonrisa suspendida en el aire. La sonrisa del agujero negro es su gravedad, que es la fuerza que causa los efectos más visibles. La gravedad hace que los objetos cercanos caigan dentro del agujero negro, pero en esto no hay diferencia con cualquier otro astro. La del agujero negro no es un tipo diferente de gravedad; ocurre que es tan potente que cuando las cosas caen dentro lo hacen muy rápido y en el proceso se espaguetifican, se pulverizan y se calientan emitiendo luz y otras radiaciones (particularmente rayos X), que son lo que podemos ver y detectar.
La gravedad tiene otro efecto curioso: curva el espaciotiempo y dobla la luz. Cuando un agujero negro pasa por delante de una estrella o galaxia lejana, la luz de ésta es desviada por la gravedad del agujero negro provocando un efecto similar al de una lente de vidrio. De hecho los astrónomos están investigando la posibilidad de usar este efecto para detectar agujeros negros. De nuevo, este fenómeno no es una particularidad de los agujeros negros: ya se utiliza con otros objetos masivos (cúmulos de galaxias lejanas, por ejemplo), y una de las primeras pruebas empíricas de la teoría de la relatividad fue la medición de la desviación de la luz de varias estrellas por la gravedad del Sol, durante un eclipse total en 1919.
Pese a su nombre, los agujeros negros no tienen “fondo” ni llevan a ningún otro lugar (que sepamos). Sagan empleó agujeros negros como puertas de entrada a su sistema de transporte galáctico rápido en Contacto, combinados con lo que se conoce como agujeros de gusano, pero los agujeros negros no son túneles en los que se pueda entrar y salir libremente. Los agujeros de gusano sí son túneles, pero tienen el inconveniente de ser inestables y submicroscópicos. Sagan hace teorizar en voz alta a sus científicos mientras viajan, ya que no ignora estos problemas.
En Star Trek la acción no deja espacio a las dudas y un agujero negro lo mismo puede chupar y destrozar todo lo que se le acerca como permitirle gentilmente el paso hacia otro tiempo. En la adictiva wiki de TVTropes hay un artículo dedicado a los Agujeros Negros No Realistas donde Star Trek recibe su merecido:
«Lo que debían usar los escritores era un agujero de gusano, especialmente si iban a inventarse sin más la parte científica. No es como si Star Trek no tuviera montones de anomalías espaciotemporales con pinta de remolino de donde escoger, así que decidir usar un fenómeno relativamente bien conocido como un agujero negro y errarle absolutamente en todos los detalles fue un poco chocante.»
Hay una propiedad de los agujeros negros que no recuerdo haber visto empleada demasiado en la ficción: la dilatación del tiempo. La gravedad produce el mismo efecto sobre el tiempo que la velocidad; de la misma manera que un reloj viajando a alta velocidad atrasa, también en las cercanías a un campo gravitatorio hace que el tiempo vaya más lento. En el caso de los agujeros negros, su gravedad se hace tan grande que si observáramos alguien cayendo en él, lo veríamos caer cada vez más lento hasta detenerse; literalmente nunca terminaría de caer.
Stanislaw Lem (el de Solaris) usa esta propiedad en su poco conocida novela Fiasco, cuando emplea el área inmediatamente exterior a un “colápsar” como “puerto temporal” para una nave espacial. Utilizando medios tecnológicos avanzadísimos, la nave de Lem aprovecha para refugiarse en una zona cercana al agujero donde el tiempo se frena y corre al revés, con el objeto de esperar a unos exploradores enviados a un planeta lejano y luego volver a la Tierra unos pocos años, en vez de siglos, después de partir. El contenido científico es especulativo y probablemente erróneo, pero la explicación suena bastante bien, especialmente para la época en que fue ideada (1986).
Otra obra de ficción donde la dilatación temporal provocada por un agujero negro tiene un papel fundamental es Pórtico, de Frederik Pohl, donde la caída de una nave espacial hacia la singularidad (infinitamente prolongada desde el punto de vista de quien los observa desde afuera) causa una culpa irrefrenable para el único superviviente.
Los agujeros negros son tan misteriosos para los no familiarizados con ellos que en cierta manera invitan al horror. El film Event Horizon (1997) utiliza un agujero negro como punto de apoyo para una fantasía terrorífica que, de hecho, podría haber sido ambientada en cualquier lugar suficientemente apartado. Estar lejos de la Tierra tiene desde siempre aquel toque funesto de “En el espacio nadie puede oír tus gritos”, pero el aislamiento físico y sensorial habrían bastado para un buen guión, sin tener que recurrir a presentar los agujeros negros como lugares desde donde pueden introducirse seres malignos a nuestro universo.
En un cuento corto de Larry Niven, El hombre agujero, un científico (quizá no premeditadamente) asesina a otro utilizando un agujero negro de tamaño submicroscópico que mantenía suspendido utilizando un campo magnético. El susodicho agujero no es el producto de una implosión estelar sino un agujero negro primordial, una reliquia de los primeros instantes luego del Big Bang (nunca se ha observado uno, pero la teoría es sólida). El relato es riguroso: el miniagujero no se traga a su víctima, sino que cae atravesándolo sin absorber más que unos pocos átomos; el daño lo hace su gravedad, o más correctamente su fuerza de marea, que desgarra sus tejidos. Éste debe ser uno de los usos ficticios más imaginativos de un agujero negro, un objeto tan alejado de nuestra experiencia cotidiana pero tan fascinante que, como vimos, da para casi todo.
En loss primeros capitulos de la serie Andromeda, escritos por Gene Roddenberry,, la nave del titulo queda atrapada en orbita cercana a un agujero negro. En un instante de abordo pasan 300 años para el resto de la Galaxia.
Hace un tiempo se hizo (en ingles) una encuesta para buscar un sustantivo colectivo para un conjunto de agujeros negros. Cual gano? Maelstrom?
No tenía noticias de ese concurso. Es poco probable que una palabra para designar un grupo de agujeros negros tenga mucho uso, ya que los agujeros negros son más bien solitarios y peleadores. 🙂
Iba recordando Pórtico mientras leía el post. No sé que tan científico sea que en el tomo 3 o 4, (espero no arruinarle el final de la novela a nadie con esto) rescaten la nave atrapada.
Otra novela en la que es protagonista un pequeño agujero negro que se escapa de un experimento, es Tierra, de David Brin, 1991. Lo que me encantó en este libro es que en un futuro, ahora ya cercano (2038), los viejos andan hiperconectados espiando con minicámaras a todo el mundo y los jóvenes, como reacción, se desconectan completamente…¿acertará?
Creo que no he leído nada de Brin, aunque oigo buenas cosas de él. El pronóstico de jóvenes desconectados me parece bastante fantástico, pero la realidad suele superar a la ficción.
En otra novela de Niven, «Un mundo fuera del tiempo» el protagonista es trasladado 3.000.000 de años al futuro por el agujero negro del centro de la galaxia.