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  • en respuesta a: Cambio Climático #30495
    sebas
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    De acuerdo: no se trata de creer o no en el Cambio Climático. Se trata, como dije, de creer o no en el Cambio Climático Producido Por El Hombre Que Nos Va A Llevar Al Desastre Si No Hacemos Algo Pronto Para Evitarlo, lo que ya es otra cosa. Es un paquete que contiene 5 ó 6 afirmaciones juntas; y conque cualquiera de ellas, una, fuera errónea, se cae todo el paquete –así que, Malena, si no una negacionista, sos por lo menos una "dudacionista" (?). Y el paquete que se viene en banda se llama Protocolo de Kyoto, que es lo que al cabo importa.

    Siempre se dice que el tema se desvirtuó, se puso "muy politizado". A mi humilde entender, es un tema político desde el vamos. Pone en juego intereses, asignación de recursos, definición de políticas públicas, económicas, productivas, etc etc; si éste no es per se un tema político, no sé qué cosa lo sería.

    Si se terminase imponiendo el dichoso protocolo, en mayor o menor medida, pero seguro, aplicaría un impulso recesivo en la economía mundial (que ya viene de por sí bastannnte jodidita). Para gente como ustedes y yo, verdaderos privilegiados, unos puntos de recesión podrían implicar, qué sé yo, que el viejo monitor de la PC deberá tirar un par de años más de lo planeado, y cosas por el estilo. Pero para los cientos de millones de humanos que hoy apenas sobreviven al día, podría significar la debacle. Y si fuera por una falsa alarma… Son cosas con las que no se jode, y que trascienden por mucho las meras ganas de ganar una discusión en un foro –¡como si eso hubiese suucedido alguna vez! :)

    Con franqueza admito que mis conocimientos ni mi capacidad dan para que no me pierda en la maraña de gráficos que tiran de uno y otro lado. ¡Vean, vean como la temperatura va siguiendo al CO2! ¡Vean, vean cómo el CO2 va siguiendo a la temperatura! (y siempre es el mismo gráfico). Tengo dos posibilidades: me meto en la carrera de meteorología y en unos años les cuento, o sigo el debate entre expertos hasta donde me dé la mente, y tomo partido por la postura en la que identifico mi visión del mundo. Qué remedio.

    Hace bastante tiempo, vienen chocando dos concepciones opuestas sobre la naturaleza. La visión que llamaré grimpís, que considera la naturaleza como un jarrón de fina porcelana china, que en cualquier momento los humanos, con nuestras zarpas embrutecidas por la codicia, vamos a estrolar el precioso tesoro y hacerlo añicos. No sé por qué; por reminiscencias bíblicas potenciadas por Hiroshima, tal vez, o por lo que fuere, es hoy la visión dominante. Yo pertenezco al bando minoritario: siento un profundo respeto, cabal, por la natura; pero respeto en serio; para mí no es una criaturita agonizante por nuestras negligencias, sino un mostro descomunal, ciego, sordo, imparable, mil millones de veces más poderoso que yo, al que si un día se le da por deshacerse de nosotros lo haría con tanta facilidad como quien se sacude la caspa del hombro.

    ¡Planeta, voy a salvarte! –y el planeta se recaga de la risa un buen rato y me manda a mudar de un pestañazo.

    La idea de que seamos cualquier tipo de amenaza para la vida me resulta totalmente fuera de escala, de una arrogancia antropodelirante llevada al infinito. Insisto: podemos cagar nuestro entorno inmediato, y hasta podemos joderle la vida a unas pocas especies, si ya venían medio debiluchas y nos ensañamos particularmente con éllas. Pero… ¡Para la vida, para toda ella! Caramba, yo no logro ser una amenaza seria para unas hormigas que me aparecieron en casa, ni para unas plantitas empecinadas en germinar en las grietas de mi medianera…

    Antes venía un tsunami y resultaba que era el castigo de los dioses por nuestros aberrantes pecados (garchar, etc). Hoy, el tsunami es el castigo por nuestros aberrantes pecados de vivir, desarrollarnos, producir; por atrevernos a andar en nuestros autitos, prender luces, criar ganado pedorrero: ¡condenados! ¡Os lo dije, impíos: pretendisteis dominar la naturaleza, y mirad lo que habéis logrado! –grita el Moisés lilito-ecologista desde la montaña.

    Bien: esa visión apocalíptica del hombre, que sigue presente, que cala hasta en lo mejorcito del ámbito científico –vean a Sagan cuando mete la paradoja de Fermi en la ecuación de Drake, calculando que (no me acuerdo bien la relación, pero pongamos) 3 de cada 4 especies inteligente terminan autodestruyéndose en una guerra nuclear; o Hawking, que dijo hace poco que a la humanidad le queda ¡¡¡un siglo de vida!!!— es el substrato filosófico en el cual el CCAC (Cambio Climático Antropogénico Catastrófico, de ahora en más) puede prender con facilidad, en un campo de la ciencia que está en pañales (hasta no hace mucho, era común decir que si el servicio meteorológico predijo día soleado, mejor llevá el paraguas; recién en los últimos años la empezaron a pegar más o menos bien… de acá a tres días, no pidamos más).

    Por supuesto que un castor puede alterar un ecosistema. El de la Laguna de Cochicó, pongamos. Ok. De ahí a afirmar que esa alteración va a repercutir en el ecosistema del delta del Meh Kong… eso ya me resulta bastante más difícil de comprar. Ahora: cuando encima aparece un tipo que dice que puede predecir esa repercusión, munido de un software simulador, ya me toman para el churrete.

    6000 millones de primates con fuego (6700, para ser más exactos) desparramados es una cifra que impresiona, cómo que no. Ahora: cuando uno va comparando con la cantidad de peces, de gusanos, de insectos, de ácaros, de bacetrias, de vegetales, la cifra pierde toda espectacularidad. Y cuando se tiene en cuenta la superficie terrestre, el volumen de la atmósfera, el volumen del mar, de la biomasa misma… terminás comprendiendo que este mundo posee apenas una dosis homeopática (hehe) de humanidad.

    Admito no cazar una de meteorología, ni de química, ni de biología, ni de estadísticas, no sé otrogarle validez o ver los puntos flacos de un gráfico o de una serie de ecuaciones; y albergo la sospecha de que todo material que se blande es al menos en parte operación; hay una pugna y cada bando, como siempre fue y será en el campo que sea, opera. ¿Alguna vez siguieron un polémica entre economistas? Jamás se entiende nada, todos dicen algo opuesto al otro, todos operan flagrantemente, y, por cierto: jamás se cumple ni la menor predicción de ninguno de ellos. Y vale para todos: tanto para los que ideológicamente me gustan como para los que no. Por eso, no voy a ponerme acá a pelar argumentos ajenos que apenas entiendo. Pero cuando hablan los escépticos del CCAC, oh, oigo mi música; la reconozco al dedillo. Rocanrol, nena. Cuando hablan sus afirmadores… oigo canto gregoriano, death metal, no sé qué. Por principo, tiendo a confiar más en Penn & Teller y sus invitados que en Al Gore y Grimpís.

    Insisto: si nosotros, los descreídos, tuviéramos razón… Europa, Japón, etc. podrán darse, o creen poder (o creían hasta hace un par de años, muehehe) darse el lujo de retrotraer el desarrollo y la actividad económica, just in case. Allá ellos. Acá, en el tercer mundo, definitivamente no.

    Lo que el mundo necesita es más reactores nucleares, y no pedorros molinillos ni pedorros  paneles solares. Hace falta mucho más desarrollo, y –sobre todo– que sea muchísimo más equitativo que hasta ahora. Hace falta sacar de la miseria a un cuarto o un tercio o la mitad de la población mundial. Ésa es la prioridad, para mí (y no save the planet, que no necesita que nadie lo salve y menos que menos yo dejando de usar bolsitas de nylon o desenchufando lo aparatos para que no gaste electricidad el led que queda siempre encendido –juro haber visto una nota que recomendaba expresamente hacer eso, to save the planet, mon dieu). Y el Protocolo de Kyoto no sería precisamente lo que se dice una ayuda contra la miseria, sino una carga más. Y la puta que lo parió. Saludos para todos.

    en respuesta a: Cambio Climático #30489
    sebas
    Miembro

    Hola. Saludos a todos, en mi primera intervención en el foro.

    Veamos. Cosas en las que creo:

    · El hombre llegó a la Luna en 1969.

    · El Gobierno de USA nada tuvo que ver en la perpretración de los atentados a las Torres Gemelas.

    · A Kennedy lo mató Lee Harvey Oswald, un loquito, por las suyas, y de loco que estaba, nomás.

    · A Lee Harvey Oswald lo mató Jack Ruby, otro loquito, por las suyas, y de loco que estaba, también.

    · Ningún gobierno del mundo tiene cadáveres de extraterrestres ni restos de ovnis ni nada.

    · Etc.

    Así, me resisto a ser considerado un conspiranoico ni mucho menos, aun cuando no crea en El Cambio Climático Producido Por El Hombre Que Nos Va A Llevar Al Desastre Si No Hacemos Algo Pronto Para Evitarlo.

    ¿Por qué no creo? ¿Soy meteorólogo acaso, o siquiera científico? Ni a palos. Como cualquiera que no sea experto, me informé hasta donde pude, me basé en mi intuición y en mi sentido común (y en mis prejuicios), tomé partido, y después le creo más a los expertos que dicen que no que a los que dicen que sí. No me voy a poner a pelar acá argumentos copipasteados; a quien le plazca, están a un tiro de google. Me limitaré a aportar (?) mis propias consideraciones, cualquier cosa menos científicas, pero al menos de cosecha personal.

    Cuando yo era chico, el flagelo, el inminente peligro, la catástrofe en ciernes, era: la polución. Si seguíamos así, en pocas décadas todo el aire del mundo se iba a volver irrespirable. Había consenso: lo decían los expertos, los ecologistas, los periodistas especializados; y quien se atreviese a dudarlo era un crédulo optimista, o peor: un cínico a sueldo de las multinacionales.

    Desde ya que el smog era (es) un problema real, en algunas ciudades grandes y/o muy industrializadas. Se aplicaron un par de leyes, disminuyeron (más por los naturales avances tecnológicos que por la legislación) las emisiones tóxicas de motores y fábricas y adiós, el problema prácticamente desapareció (no sin antes haberle dado de comer a unos cuantos por bastante tiempo), por lo menos a esos niveles de dramaticidad.

    Pero antes de eso a mí, niño que era, ya me sonaba medio raro. Cuando me fui enterando del asunto, quedé pasmado. ¡¡¡Nos vamos a quedar sin aire!!! ¡¡¡Qué mierda voy a respirar cuando sea grande!!! Sin embargo, poco después, supongo que tras haber viajado por primera vez en avión o algo, me empecé a hacer preguntas bastante obvias. Como ser: ¡Eh! Si uno sale de la ciudad donde vivimos apiñados, ve que entre ciudad y ciudad hay kilómetros, y kilómetros, y kilómetros de campo o desierto o montaña o lo que sea, y eso sin contar los océanos. ¿Las ciudades no son una superficie insignificante, a escala planetaria? Y si el smog está en las ciudades, ¿el aire no tendría que ser ya un veneno mal acá en Avellaneda, como para que el poco tiempo no se pueda respirar ni en altamar? Y yo respiro lo más bien todavía…

    Antes de que pudiera develar la incógnita, el tema pasó a quinto plano, y recién me acordé de aquellas precoces dudas mías cuando empezó a saltar el Agujero de Ozono, perdón, digo: el Calentamiento Global, perdón, digo: el Cambio Climático Antropogénico.

    Una vez hice un cálculo. La especie humana, si amontonada, tipo mitín (4 personas por m2, según el cálculo estándar) cabe en la superficie de la Provincia de Tucumán. Sí, y lo que es más: cabe trece veces. Y todavía sobra un cacho, eh. Haced el cálculo vosotros mismos, hijos míos, si de mí dudáis.

    No tenemos conciencia, porque vivimos un poquito como amuchados, pero a escala planetaria no somos nada. Un musguito. Menos. Apenas sí existimos. Me resisto a creer que podamos tener la menor influencia sobre el clima a nivel global. Por más actividades que emprendamos. Simplemente no-damos-la-talla.

    Desde ya que la podemos cagar. A nivel local. Podemos estropear nuestro entorno inmediato; y vaya si lo hemos hecho. Podemos, si le ponemos ganas, lograr que el Riachuelo sea un verdadero asquete. Y hasta que el Río de la Plata dé un poco de cosa. Pero ya el Atlántico, sepámoslo, se nos caga bien de la risa, me temo.

    ¿Y por qué tanto ruido con el CC, entonces? ¿Sospecho de una cospiración internacional? Nah. Ni hace falta. Alcanza con que un tema tenga prensa y se ponga de moda. Lo vemos mil veces. La gente le tiene miedo al terrorismo, a los pibes chorros, a la gripe A, y la gente es la que consume noticieros, y la gente es la que vota, entonces el periodismo se ocupa de ello, y los políticos se ven forzados a ocuparse, y las empresas que quieren mantener su imagen, y los científicos que reciben fondos del Estado y de las empresas; y de mil cuestiones mucho más decisivas pero sin prensa (como el Chagas, o ¡las bañeras, gran flagelo que se cobra miles víctimas que se resbalan cada año!) se ocupa Magoya. Un círculo que se retroalimenta. Y bué.

    Toda la puta cuestión del CC, si llegáremos a tener razón los negacionistas, sería sumamente dañina. Se dedican inapreciables recursos que podrían destinarse a problemas reales (como ser en nuestro caso, ya que lo mencioné, el Riachuelo). Pone trabas al desarrollo donde más necesario es (andá a recibir un crédito del Banco Mundial para cualquier cosa que emita un poquito de carbono -o sea, para cualquier desarrollo industrial o energético real-, hoy por hoy). Genera unos negocios más turbios que (ya que lo mencioné) el agua del Riachuelo… ¡los bonos del carbono, los dioses sean loados! Y unos largos etcéteras.

    Antes de que alguien me crea pago (¡ojalá alguien me pagara por estas boludeces que escribo por estar de vacaciones y al pedo!) por las corporaciones, declaro solemnemente que si por mí fuera, expropiaría a todas las petroleras ya mismo y que vuelva la YPF estatal. Así de derechoso soy.

    A mí me resulta más bien derechosa toda esta cosa climática. Porque entonces la culpa, en mayor o menor medida, la tenemos todos. Hay sólo culpables: grandes, sí, y pequeños culpables, pero culpables todos al fin. Cada vez que me tiro un pedo o respiro estoy contribuyendo. Cada vez que prendo la luz o tiro la cadena. No una cofradía de grandísimos hijos de puta: es la especie humana in toto la responsable de todos los males. Pero que se vayan a cagar.

    Y por cierto: si éstos son la izquierda según la historieta esa, yo soy Mao-tsé Tung, mirá. ¡Aguante Dee Snider!

    Otrosí: los (perdón) alarmistas usan algunos métodos que me resultan bastante sospechosos. ¿En qué se basan para predecir que si seguimos así en tantos años vamos a estar no sé cómo? ¿En modelos y simuladores informáticos? Ah, ¿sí? ¿Alguna vez alguno de ustedes vio uno? A mí me parecen herramientas muy útiles para comprobar si en teoría, planteando una versión matemática ultra mega giga simplificada de un escenario tal, podría ser que la cosa funcionara de tal o cual modo. Punto. Cómo evolucionarían los seres vivos si… si los seres vivos fueran unos triangulitos; pero cargale toda la información genética y todas la variables efectivas de un ecosistema real, y no habrá la recontrasúper computadora que te pueda arrojar un resultado prelim inar en menos de 500 milenios. No jodamos. El clima es algo terriblemente complejo que recién empezamos a comprender; y tocando cualquier variable, aun a nivel infinitesimal, un simulador va a dar lo que se te cante. Las simulaciones servirán para poner a prueba consistencias internas de una teoría; pero para predecir hechos del mundo real, pindonga. Y cuando me quieren correr con eso, con titulares catastróficos basados en algo tan endeble, ya empezamos mal; ya, como decía El Carpo (Q.E.P.D.): desconfío.

    Los gritos de condena hacia la especia humana y sus espantosos e irredimibles actos que desencadenarán el Apocalipsis siempre me suenan más a Antiguo (y/o Nuevo) Testamento que a ciencia de la científica.

    Bueno, ya tecleé más que demasiado. Hacía mucho que necesitaba hacer catarsis con esto, se ve; y la ligaron acá. Perdón. Abrazos.

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