Crotoxina, mito argentino

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  • Este debate tiene 4 respuestas, 3 participantes y ha sido actualizado por última vez el hace 8 años, 9 meses por Suyay.
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    • #28392
      Suyay
      Participante

      No se si ya se hizo algún post sobre este tema, pero la verdad que yo no encontré nada.

      Bueno, esto empezó así: hace unos días estaba hablando con una conocida que trabaja en un laboratorio de análisis clínicos. Y me contaba sobre las infecciones que están viendo. Me contó que le parece que cada vez hay mas casos de HIV y después eso terminó derivando en una idea consipiracionista diciendo que ya deben tener la cura del SIDA pero no lo dicen porque les conviene que la gente este enferma, lo mismo que con el cáncer, que te dan toda esa quimioterapia que lo único que hace es matarte mas rápido, y que solo te salvas si tenés plata y te pagás el tratamiento con crotoxina, que es lo único que sirve de verdad, pero que la industria farmacéutica no quiere que lo sepamos. No daba para discutir mucho la situación, solo pude expresar que no concordaba con su idea. Pero eso me llevo a pensar en el tema de la crotoxina. La verdad que no sabia mucho, solo tenía la impresión que era otra de estas “curas milagrosas” que se le ofrecen a la gente que esta en una situación desesperante.

      Y buscando información me topé con este interesante artículo de la revista Exactamente (de hace unos años). Acá va un resumen:

      Quote:
      La idea de que la crotoxina fue «inventada» o «creada» por el investigador argentino Juan Carlos Vidal constituye un mito firmemente arraigado en la sociedad argentina. La realidad es diferente; la crotoxina fue descubierta y cristalizada en 1938 por K. Slotta y H. Fraenkel-Conrat. Es uno de los componentes principales del veneno de la serpiente cascabel sudamericana. Sus propiedades fueron estudiadas por muchos investigadores y tanto ellas como los métodos para su obtención y purificación son de dominio público. La crotoxina figura en los catálogos de las empresas proveedoras de productos químicos para los laboratorios de investigación. No existe impedimento o prohibición alguna para su uso en la investigación. Su aplicación en medicina humana no está autorizada. Para ello se requeriría la demostración de su eficacia y la correspondiente autorización de las autoridades sanitarias. Estos requisitos no se habían cumplido cuando el asunto tomó estado público en 1986.

      En 1986 Juan Carlos Vidal no trabaja en temas vinculados al cáncer sino que era un conocido y respetado investigador en el campo de los lípidos de las membranas celulares y de las fosfolipasas. En ninguno de sus informes existía referencia a la utilización de la crotoxina como droga contra el cáncer. Cuando el asunto tomó estado público en julio de1986, Vidal se encontraba residiendo en la Universidad de Chicago trabajando en un proyecto titulado » Structure Function Studies of Presynptic Neurotoxins» cuyo propósito era entender la acción tóxica de la crotoxina con el objetivo de proporcionar una base racional para el diseño de antídotos que evitaran o curaran sus efectos. La ausencia de información sobre propiedades antitumorales de la crotoxina en los informes de Vidal es una de los aspectos más curiosos en la historia de esta sustancia ¿Por qué un científico que gozaba de respeto y reconocimiento no pidió financiación para probar una hipótesis que extendía al cáncer sus estudios sobre lípidos y fosfolipasas?

      Sin embargo, a partir de 1986, ya se estaba suministrando crotoxina a enfermos de cáncer que la buscaban en el Instituto de Neurobiología. Uno de los lugares de trabajo de Vidal. En julio de 1986, cuando Vidal se encontraba en Chicago, Juan H. Tramezzani, director del Instituto de Neurobiología, decide suspender el suministro de crotoxina a los pacientes. Esto produjo dos efectos. Por un lado los médicos clínicos a cargo directo del ensayo (Carlos Coni Molina, Guillermo Hernández Plata y Luis Costa) concurrieron al CONICET a denunciar la actitud de Tramezzani. Lo hicieron en el convencimiento de que el ensayo contaba con el auspicio del CONICET. Por este motivo entregaron al organismo toda la información que disponían. Simultáneamente hicieron pública la denuncia en los medios de difusión masiva. Éstos rápidamente lo convirtieron en noticia que ocupó por meses la primera plana de los medios. En ese entonces el mensaje que el público recibió fue que se había descubierto en Argentina una sustancia que curaba el cáncer.

      Esta afirmación se fundamentaba básicamente en testimonios personal es de gente que manifestaba que luego de ser tratada con crotoxina su dolencia se había atenuado o desaparecido. La formidable difusión pública del caso determinó que el Ministerio de Salud y Acción Social recibiera fuertes presiones para que autorizara, no sólo la continuación de la aplicación de la crotoxina a quienes ya la estaban recibiendo, sino también su suministro a todo aquel que la requiriese. Esta actitud tenía el apoyo de la mayor parte de la prensa y de muchos sectores políticos y sindicales. La decisión que tomó el Ministerio fue autorizar el uso del compuesto a los pacientes que habían iniciado aplicaciones con anterioridad y bajo exclusiva responsabilidad de ellos mismos. Esta decisión se basó en razones exclusivamente humanitarias. Si bien no fue cuestionada, la resolución ministerial carecía de sustento legal dado que la crotoxina no había pasado por las etapas necesarias para que se autorizara su ensayo clínico. Esta actitud tuvo una serie de consecuencias, quizá la más triste de ellas fue que algunos pacientes se enteraron de que tenían cáncer cuando la lista confidencial de los autorizados por el Ministerio fue publicada por un vespertino. La ejecución práctica de la medida proporcionó material a la prensa que concurría ávida a los exámenes periódicos que la comisión de oncólogos realizaba a los pacientes cuyo tratamiento había sido autorizado. Estas notas rápidamente tomaron características de telenovela en episodios, que los sectores más sensacionalistas de la prensa dramatizaron como un desigual combate entre los propulsores de un nuevo tratamiento y un establishment frío e insensible defensor de los privilegios que le daba su acceso a la posibilidad de aplicar los tratamientos convencionales. La autorización del ensayo dio también lugar a la presentación de centenares de recursos de amparo por pacientes cancerosos solicitando ser incluidos en la lista de los autorizados a participar en el ensayo.

      En el momento de tomar estado público el asunto, sus actores entregaron al CONICET y al Ministerio una monografía titulada «Complejo Crotoxina A Y B en el tratamiento del Cáncer» inscripta en el Registro de la Propiedad intelectual por Coni Molina, Hemández Plata, Costa y el propio Vidal, que en declaración jurada ratificó ser el autor de la parte referida a la investigación básica de la monografía. Esta fue la única información escrita disponible sobre el tema.

      Del material escrito presentado, como de los testimonios ofrecidos por los participantes directos tanto al CONICET como durante los juicios de amparo ya mencionados, surgió que no existían evidencias experimentales que justificaran efectos antitumorales de la crotoxina , que no se habían realizado ninguno de los estudios que se exigen para la realización de un ensayo clínico y, lo que es mas grave, que mucho de lo que se había presentado corno evidencia estudios preclínicos era información fraguada y que los pacientes estaban siendo engañados en lo que se refería a la naturaleza del ensayo.

      La demostración de estas irregularidades corrió en paralelo con la comprobación por parte de la Comisión de Oncólogos del Ministerio de Salud y Acción Social de la ineficacia de la crotoxina en el ensayo clínico. Esto último dio lugar a que este Ministerio diera terminado el ensayo y prohibiera el uso de la crotoxina como medicamento. Después de estos episodios el tema fue lentamente desapareciendo de los medios.

      El CONICET inició juicio penal a Vidal y la Facultad de Farmacia y Bioquímica, por pedido de su Departamento de Química Biológica, solicito al rectorado de la UBA la iniciación de juicio académico. Ninguna de estas acciones dieron lugar a sanciones.

      Aparte de estas acciones y en vista a la expectativa pública creada, el CONICET comisionó a grupos de oncólogos experimentales del Instituto Campomar, del Instituto de Biología y Medicina Experimental y del Instituto Roffo una serie de investigaciones destinadas a estudiar si el producto suministrado a los pacientes destruía o detenía el crecimiento de células provenientes de cánceres humanos o de tumores de ratones, tanto en cultivo como en animales de experimentación. Las conclusiones se publicaron en el número de noviembre de 1988 de la revista «Medicina» órgano de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica. Los resultados obtenidos fueron uniformemente negativos. También se señaló que no se detectaron alteraciones en el peso, el nivel de alimentación o el comportamiento de los animales tratados. hecho que parecía excluir también efectos indirectos sobre el estado general de los animales portadores de los tumores.

      A nivel de los medios masivos de comunicación, el pensamiento mágico, en general, triunfó sobre la presentación de evidencias razonadas. El ejemplo más claro de ello lo constituye la falta de eco que tuvo la difusión de la noticia de que las evidencias experimentales sobre la acción antitumoral de la crotoxina en células en cultivo estaban fraguadas.

      Dr.Patricio J. Garrahan

    • #33191
      zero1
      Participante

      Te vas a indignar más cuando veas que la Fundación Crotoxina Esperanza de Vida,aún despúes de la muerte de Vidal, todavía existe y recibe donaciones.

      En la página afirma sobre la crotoxina:

      Quote:
      Crotoxina, una toxina con actividad antitumoral…

      Quote:
      Apelamos a la solidaridad humana para poder seguir nuestra investigación y asistir en la misma a pacientes enfermos de cáncer. Es por eso que solicitamos la colaboración de Empresas, Instituciones, o de toda persona que así lo desee para que esta investigación, que es la pionera en la Argentina , pueda llegar a feliz termino.

    • #33192
      Suyay
      Participante

      No me había fijado en la pagina, pero sabía que seguían funcionando por algún lado. Es mas, ahora que veo la dirección de la fundación me acuerdo haberla visto porque antes me tomaba un colectivo que pasaba todos los días por la puerta. Me parecía medio raro, pero nunca le presté mucha antención.

      Aparentemente, por lo que dicen, están habilitados por la ANMAT para realizar estudios clínicos pero tienen las investigaciones paradas por falta de presupuesto. Linda excusa para juntar plata. Después me fijo en la ANMAT a ver si dice algo.

    • #33193
      Suyay
      Participante

      No me había fijado en la pagina, pero sabía que seguían funcionando por algún lado. Es mas, ahora que veo la dirección de la fundación me acuerdo haberla visto porque antes me tomaba un colectivo que pasaba todos los días por la puerta. Me parecía medio raro, pero nunca le presté mucha antención.

      Aparentemente, por lo que dicen, están habilitados por la ANMAT para realizar estudios clínicos pero tienen las investigaciones paradas por falta de presupuesto. Linda excusa para juntar plata. Después me fijo en la ANMAT a ver si dice algo.

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