Confía en mi, no te preocupes… (planteo sobre la autoridad)

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      dudametodica
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      Te lo digo yo, que se dé… (pedagogía aparte)

      La mayoría de los que afirman saber de ciencia, sentencian: “La ley de gravitación universal es un hecho”. Bien, y ¿eso qué significa? Posiblemente para muchos un “hecho científico”, algo así como: “una observación verificada sistemática y repetidamente, por lo cual; a fines prácticos se toma como (cierta)”. Claro que intuyo que el término “cierto” no será entendido en su acepción: “conocido como verdadero, seguro, indubitable”; sino en su carácter pragmático. Aunque para ser algo más preciso he encontrado definiciones de “ley científica” y de “teoría científica” que podrían confundirnos (bueno, confundirme), un poco.

      De cualquier forma quiero creer que los científicos y/o sabedores de ciencia, no nos piden aceptar que: “la ciencia trata de verdades” (digo, o desechamos eso de: la ciencia trata de cómo se comportan entidades abstractas que crea, usa para representar sucesos y no de lo que esas cosas son; consistencia interna; dependencias del sistema lógico elegido; disonancias cognitivas; etc.); aunque uhm, me pregunto: cuantos llegado a este punto exclamaran “Bah, pura dialéctica”.

      Bueno esperanzado en que estas dudas sean infundadas, resta solo esperar entender la autorizada afirmación sobre: lo que es ciencia.

      Algunos conceptos: (claro que, vagamente citados)

      Ciencia:

      La ciencia es el conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados obtenidos mediante la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y esquemas metódicamente organizados…

      Paradigma:

      El conjunto de modelos que es reconocido (por la mayoría, por los principales referentes (autoridades), y en última instancia: por quien lo toma como argumento válido), sobre cierta disciplina, en nuestro particular: científica…

      Cambio de paradigma: (según Kuhn)

      Se encuentran limitaciones en la teoría científica reinante (paradigma), si es posible se crean modelos ad-hoc que las resuelvan; pero esto puede ser el caldo de cultivo para que un cambio de paradigma germine y quizás desencadene en una nueva teoría científica que incluya esos ad-hoc de forma generalizada y de pronto… tenemos el nacimiento (en general problemático –resistido–), de un nuevo paradigma.

      Sí, es una versión muy simplicista, coincido.

      Teoría científica:

      Una teoría científica es un conjunto de conceptos, incluyendo abstracciones de fenómenos observables y propiedades cuantificables, junto con reglas (“leyes científicas”) que expresan las relaciones entre las observaciones de dichos conceptos…

      Desde Popper, básicamente una teoría científica debe poder ser falseable; y además claro reproducible. Simplificando, válida hasta que se encuentren datos experimentales que la refuten (aunque no siempre es tan drástico el abandono de una teoría).

      Incluso se llega a sacrificar el “sentido común” (mismo que en el resto de circunstancia es apelado como tamiz para diferenciar lo que es ciencia de lo que no es), en aras de la eficacia predictiva.

      Ley científica:

      Una ley científica es una proposición científica que afirma una relación constante entre dos o más variables o factores, cada uno de las cuales representa (al menos parcial e indirectamente) una propiedad de sistemas concretos. Se define también como una regla y norma constante e invariable de las cosas, nacida de la causa primera o de las cualidades y condiciones de las mismas. Por lo general, se expresa matemáticamente.

      Dicen que el físico-matemático Henri Poincaré la definió como:

      Un vínculo constante entre un antecedente y un consecuente, entre el estado actual del mundo y su estado inmediatamente posterior.

      Sintéticamente hablando:

      Bueno, eso creo. La regularidad de una “teoría científica”, no está asegurada (válido hasta que…), en cambio una “ley científica” , parece tener dicha regularidad asegurada (por definición).

      La virtud expresada como defecto:

      No se abandona algo, por algún error:

      El modelo estándar es capaz de describir todas las partículas que conocemos. Absolutamente todas. Sin embargo, resulta que la estructura de una teoría gauge no permite que unas partículas concretas (las W y Z) tengan masa. Pero nosotros hemos visto esas partículas en laboratorios, y resulta que sabemos que sí tienen. Vaya, con lo contentos que estábamos, la masa nos la vuelve a liar gorda.

      Normalmente, si una teoría describe mal la realidad, el método científico nos dice que debemos tirarla a la basura, es hora de intentar con otra nueva. Y, en el fondo, eso es lo que hacemos. Pero como el modelo estándar funciona bien en el resto de experimentos, la nueva teoría que probamos es de hecho una versión modificada del modelo estándar.

      Y esa modificación recibe el nombre de partícula de Higgs. No voy a entrar en detalles, pero básicamente resulta que si existe esa nueva partícula, entonces las partículas problemáticas sí pueden tener masa, y todo encaja perfectamente cómo debe.

      Explicado así, parece que sea una nueva chapuza para que todo cuadre. Y lo es, que esperabais. Pero si el Higgs ha tenido tanta aceptación, es porque, además de la masa de las partículas, ha permitido predecir algunas relaciones entre parámetros que no conocíamos. Es decir, experimentalmente funciona.

      Eso sí, no hemos sido capaces de ver el maldito bosón por ningún lado. Y eso que estamos buscando mucho. Dependiendo de cómo sea, es posible que el gran colisionador de hadrones (LHC) de Ginebra lo encuentre pronto.

      Y si resulta que no existe, tampoco pasaría gran cosa. Desde entonces se ha trabajado en métodos alternativos; los físicos estamos bien armados tanto para el día en que se encuentre, como para el día en que se confirme su no existencia. Seguramente, los medios de comunicación se lo tomarán peor.

      En fin, amigos. Os dije que el concepto de masa tenía tela. Se empezó a usar sin entenderlo muy bien. Costó dos siglos arreglarlo del todo… O eso creíamos, porque nos tuvimos que inventar el Higgs para mantener lo que ya sabíamos. Y por si fuera poco, todo el mundo lo sigue confundiendo con el peso.

      § http://www.xatakaciencia.com/fisica/que-es-la-masa-y-ii

      ¿Qué sostuvo a la mecánica newtoniana, desde 1859 hasta 1915?

      Si tomamos al pie de la letra la doctrina falsacionista (ingenua), deberíamos decir que la mecánica newtoniana quedó falsada ya a mediados del siglo XIX por el comportamiento anómalo de la órbita de Mercurio.

      Para un popperiano estricto, la idea de dejar a un lado ciertas dificultades, como la de la órbita de Mercurio, con la esperanza de que sólo sean temporales no es más que una estrategia ilegítima tendente a eludir la falsación. Los astrónomos, empezando por Le Verrier en 1859, observaron que la órbita de Mercurio es ligeramente distinta de la que predice la mecánica newtoniana: la desviación corresponde a una precesión del perihelio (punto de la órbita más cercano al Sol) de Mercurio de unos 43 segundos de arco por siglo (se trata de un ángulo extremadamente pequeño: un segundo de arco equivale a 1/3.600 de grado y un círculo está dividido en 360 grados). Para explicar este comportamiento anómalo en el contexto de la mecánica de Newton, se postularon distintas hipótesis: por ejemplo, suponiendo la existencia de un nuevo planeta intramercuriano, algo perfectamente natural, habida cuenta del éxito de este enfoque en el descubrimiento de Neptuno. No obstante, todos los intentos realizados para detectarlo, fracasaron y, al final, en 1915, la anomalía se explicó como una consecuencia de la teoría de la relatividad general de Einstein.

      § Imposturas Intelectuales pág. 78

      Respetabilidad, consecuencias (autoridad): (Discrepancia teórico-experimental)

      Se supone que las reacciones nucleares que alimentan la energía solar emiten grandes cantidades de las partículas subatómicas llamadas neutrinos. Combinando las teorías actuales de la estructura del Sol, de la física nuclear y de la física de las partículas elementales, es posible obtener predicciones cuantitativas del flujo y de la distribución de energía de los neutrinos solares. A partir de los años sesenta, los físicos experimentales, siguiendo la labor precursora de Raymond Davis, han estado intentando detectar los neutrinos solares y medir su flujo. Lo cierto es que las partículas sí se han detectado, pero el flujo apenas llega a un tercio de la previsión teórica. Los físicos especializados en partículas elementales y los astrofísicos están intentando determinar si la desviación se debe a un error experimental o teórico y, en este último caso, si el error proviene de los modelos de partículas elementales o de los modelos solares.

      Así pues, es razonable esperar que, en el curso de los próximos años, la acumulación de diversos datos, tomados en su conjunto, indique con exactitud la solución correcta. Sin embargo, son posibles otros desenlaces, por lo menos en principio: la controversia se podría extinguir a causa del interés cada vez menor por este asunto, o porque, finalmente, el problema se considerara demasiado difícil de resolver. Es evidente que, a este nivel, influyen sin lugar a dudas los factores sociológicos (aunque sólo fuera debido a las limitaciones presupuestarias de la investigación).

      Sin embargo, nosotros que no nos ocupamos profesionalmente del problema de los neutrinos solares, ignoramos por completo cuál es el número de estas partículas que el Sol emite. Quizá pudiéramos hacernos una idea aproximada de ello analizando la literatura científica acerca del tema o, en su defecto, examinando los aspectos sociológicos del problema: por ejemplo, la respetabilidad científica de los investigadores involucrados en la controversia.

      No hay duda de que, en la práctica, y a falta de algo mejor, esto es lo que hacen los científicos que no trabajan directamente en el campo en cuestión.

      § Imposturas Intelectuales pág. 107

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