Re: preguntas inoportunas…

#36060

dudametodica dijo:

Sobre la pregunta de: intuyo, luego concluyo: viene a colación de como creo entender a descartes, su fundamento es la intuición (algo así como un conocimiento directo y convincente de…), y trae la cola de que para descartes, su juicio “pienso, luego existo”, no es producto de algún razonamiento, inferencia, silogismo, etc. ej.: todo lo que piensa existe, yo pienso; luego yo existo. Descartes (y recuerde por favor, que aun si no lo expreso explícitamente; hay un: según creo entender) dudó de sus percepciones, de poder diferenciar entre la vigilia y el sueño, y hasta en cierto grado de la lógica: por no poder determinar si algún demonio le estaba controlando. Bueno, pero todo esto es secundario, pues la base de mi duda sobre este juicio es la inexistencia del libre albedrio.

Yo también te respondo en base a lo que creo haber entendido de «Discours de la Méthode» (debería releerlo para estar más seguro). Como vos decís, Descartes plantea que se puede dudar de todo contacto externo con la realidad (podría ser un sueño) y de todo razonamiento (cometemos errores de razonamiento). Luego, de lo único que está seguro es que puede dudar. Por lo tanto, está seguro de que puede pensar y de que existe su subjetividad (como mente). Hasta ahí yo entiendo que se fundamenta en la razón. Luego, busca una manera de extender su conocimiento como decís, a través de ese tipo de intuición. Por eso, no veo que sea lo mismo «pienso, luego existo» que «intuyo, luego concluyo». En todo caso, lo de la intuición creo que es la vuelta que le encontró Descartes para poder justificar que el conocimiento metafísico o matemático tuviera algún valor, siendo él un gran interesado en esos temas.

Más allá de que la duda cartesiana conduzca al dualismo o al idealismo, creo que hay un error cuando propone ese tipo de intuición como método para llegar a la verdad. Si no me equivoco, utiliza como ejemplo para aplicar la intuición la manera de evaluar la verdad de «2+2=4». En su época no existía el desarrollo axiómatico de la aritmética, pero ahora sabemos que «2+2=4» es verdadera, no porque sea intuitivo, sino porque se deduce de ciertos axiomas. Sin esos axiomas no se puede demostrar nada sobre «2+2=4».

dudametodica dijo:

La pregunta sobre la autorreferencia, viene a colación de mi otra opinión (salvada la inexistencia del libre albedrio, claro). Que es más o menos esta: en última instancia somos autorreferentes. Quizás no sea nada nuevo, incluso hasta evidente, pero el punto seria que en “nuestra elección de” (estructura): premisas, reglas de inferencias, definiciones, reglas de fórmulas bien formadas; radica nuestra circularidad. Esto no es solo remitido a la parte lógica (estructura: sea formal o informal), sino incluso a nuestras verificaciones empíricas (una especie de solipsismo acotado) {me dirá Ud. si necesito ampliar esta idea, me dijeron que no fuera extenso}.

Aún no encuentro dónde aparece la autorreferencia. Si querés, desarrollalo en un nuevo tema.

dudametodica dijo:

Sobre su respuesta final, a la pregunta: cuál es la probabilidad de…?, aclararía que mi intención con la pregunta es que mi interlocutor expresara si las leyes y teorías científicas son verdades (incluso si existiera identidad entre el modelo y lo modelado). Niels, Bohr: (físico) No existe el mundo cuántico, tan sólo disponemos de una descripción de la mecánica cuántica. Sobre mi síntesis al poner la supuesta frase de Bohr, acotaría que puede ser entendida como intentar aumentar el peso de una idea, por compartirla con alguna autoridad reconocida. A esta objeción a la cual me sumo, le agregaría: sesgos, disonancias cognitivas, prejuicios; en síntesis: todo argumento es en última instancia autorreferencial.

Yo entiendo que la frase de Bohr hace referencia a una ontología fenomenalista (i.e. que solo existen los qualia). Por mi parte, encuentro más razonable entender que el conocimiento científico se usa en una ontología realista (i.e. que existen objetos que no son percibidos, como átomos, electricidad, pensamientos de los demás, etc.).