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Curiosity toca el suelo de su nuevo hogar

Curiosity descendiendo en paracaídas vista desde el Mars Reconnaissance Orbiter.

Todo salió perfecto. Hoy a las 2:32 de la mañana Curiosity apoyaba suavemente sus 6 ruedas en el suelo marciano y yo, junto con miles de espectadores, salté con una alegría difícil de contener. Fueron 2 horas de tensión y anticipación. Estaba en la cama mirando el video de Control de Misión de la NASA y siguiendo por Twitter. En los últimos minutos no podía con la emoción y saltaba de la cama con cada éxito de las distintas etapas del Entry, Descent and Landing.

Es increíble. Tenemos ojos en Mercurio, Marte y Saturno -nuestros pequeños embajadores con cuerpos metálicos y cerebros de silicio- y ahora se agrega uno más a la lista. En 3 mil millones de años pasamos de ser sólo unos microorganismos autoreplicantes a seres con inteligencia suficiente para construir, enviar y aterrizar exitosamente en otro planeta un robot de una tonelada. De usar herramientas de piedras a, en sólo 2 millones de años, crear sofisticados instrumentos que pueden viajar millones de kilómetros y aterrizar a pocos metros de su destino.

Una de las primeras imagenes enviadas por Curiosity.

Esto es lo que podemos hacer impulsados por la curiosidad y las ansias de descubrimiento. Podemos utilizar una enorme cantidad de recursos sólo para responder preguntas. El placer del descubrimiento, la necesidad de saber más, es algo de lo que no podemos escapar.

Pero a pesar de la felicidad y emoción que me da un hito científico como este, no puedo dejar de tener también un sabor amargo. La exploración del universo tendría que ser universal, pero Curiosity es un programa de la NASA. Si bien hay instrumentos de varios países, no se puede decir que realmente sea una misión internacional.

Mientras Curiosity se acercaba al planeta rojo, un ataque aéreo mataba a un palestino, un ataque armado dejaba 15 soldados egipcios muertos y otros 7 palestinos que trataron de secuestrar un vehículo armado eran asesinados. Y no sé cuántos habrán muerto a mano del ejército del mismo país que llevó a cabo este gran logro. Está claro que si bien hemos madurado tecnológicamente, nos falta mucho para madurar moralmente.

Creo fervientemente que periódicamente todos tenemos que leer o escuchar la reflexión de Carl Sagan sobre la famosa imagen Un punto azul pálido. Momentos como estos son buenos para tomarse el tiempo y reflexionar nosotros también.Es algo paradójico que el mismo emprendimiento que nos llena de orgullo de ser humanos, también nos ilustre nuestra insignificancia en el cosmos. Las misiones espaciales nos dan mucho para aprender y no sólo en conocimiento científico. Nos enseñan lo que somos capaces de hacer si nos esforzamos y nos brindan una perspectiva única de nuestro lugar en el universo.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica

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