Me hizo acordar a ese cuento de Borges sobre un cuchillo.
Cuando estuve en el Louvre me sentí compelido a tocar la piedra con el código de Hammurabi para de alguna manera hacer más concreto esa reunión con un objeto soñado.
Pero después de eso, poco más, creo que me pondría el pullover de un asesino si tuviera mucho frío, pero en general no me gusta ponerme ropa ajena.
Es todo tan anecdótico esto.