Re: Pienso, luego Dudo – Capítulo 18b
Respecto lo que pregunta Carmen, a mí me parece que la postura subjetiva es tan fuerte como las demás.
Me imagino esta situación:
Se estudia cierta enfermedad, llamémosla EEE.
Se usa una herramienta de diagnóstico para detectarla, llamémosla HHH.
Ahora tomamos la población de cierto país y analizamos sus individuos.
¿Puedo aplicar la interpretación frecuencista de la probabilidad?
Supongamos que deseo saber la prob. de que un individuo (al azar) de PPP tienen la enfermedad EEE.
Para ello tengo que aplicarle un análisis, una herramienta que diagnostique,
lo cual no es otra cosa que un procedimiento que «agarra un tipo», le hace «quién sabe qué» y después arroja un resultado: SÍ o NO. Está enfermo o no.
Contando el número M de casos «SÍ», dividiendo por el número N de casos tomados «al azar», obtenemos un cociente M/N, que se supone que es muy parecido a la prob. p de estar enfermo, o sea: p = prob.(SÍ tiene EEE).
Pero ese método conlleva un cierto error, porque en realidad estamos asignando al método HHH una fiabilidad absoluta como herramienta de diagnóstico.
Así que el cálculo no es tan simple, y hay que agregar la prob. (condicional) de que el diagnóstico HHH dé resultados «SÍ» cuando es «SÍ» o que dé «NO» cuando es «NO», o sea, cuando realmente funciona. Dicha prob. digamos que es un número q, que podemos imaginar cercano al 0.99, pero lo importante es que no es 1.
Ahora pregunto: ¿cómo es que se determinó que la prob. de que HHH «acierte» el diagnóstico correcto es igual a q?
Se necesita tener cierta «certeza» previa sobre quiénes están enfermos y quiénes no, para saber si realmente el método funciona o no.
En la práctica esto quizá no sea un problema,
pero en teoría no tiene sentido, porque para saber si alguien está enfermo de EEE, hay que diagnosticarlo con HHH, que de nuevo, para saber cuán fiable es, hay que testearlo para ver si detecta o no correctamente quién se enfermó de EEE… y así por siempre.
La cosa no puede «empezar» nunca, es un círculo vicioso.
Sólo hay dos soluciones: o bien hay «certidumbre» en algún momento, debido a «información previa», o bien uno tiene que «darle comienzo al asunto no más a ojo», o sea, uno tiene que poner «a dedo» un numerito de probalidad, es decir, confiar en ciertos numeritos… en forma subjetiva.
Si uno tuviera un método más fiable que HHH para tener mayor certidumbre… entonces no usaría HHH, sino el método más fiable.
Si uno tiene que poner «a dedo» el numerito de probabilidad (en al menos una etapa inicial de todo el estudio), entonces está haciendo prob. subjetiva.
Los componentes «subjetivos» no se pueden despegar tan fácilmente de la ciencia.
A lo sumo hay «subjetividades consensuadas», lo cual es bastante lamentable, aunque para no agarrarme a trompadas con la gente hago de cuenta que ese demonio no está… aunque en realidad siempre está.
No hay jamás una certidumbre absoluta, así que «opinar» desde lo «subjetivo» no es sólo inevitable, sino que me parece un acto de honestidad por parte de un científico el admitir que de eso se tratan las bases de muchas cosas que se toman como punto de partida.
Pienso que ignorar el componente subjetivo hace más daño que bien a la ciencia, porque es más cotidiano de lo que se piensa.