Re: Hugo Bonito: un astrólogo entrevistado por un escéptico
Che, pero si ese salame de Hugo Bonito no sabe una mierda de astronomía ni de física, y encima tiene creencias incoherentes y dice boludeces, ¿cómo es que gana más plata que yo?
Conclusión: A la gente le gusta que la chamuyen.
Voy a tener que empezar a mentir y hablar «bonito» para mejorar mi posición económica.
Y después me voy a hacer entrevistar por el círculo escéptico y me voy a limpiar el culo con la honestidad y seriedad científica de estos pobres diablos que luchan como «hormigas» para derribar el «elefante» de la superchería.
A mí me da bronca que los estafadores tengan éxito y sean respetados.
Porque cualquiera puede hacer lo mismo.
Cualquiera de nosotros, con lo que sabemos sobre las diversas pseudociencias podemos poner un súper-consultorio de chanterías, y «juntarla» con pala.
Imaginate el prestigio que tendría un «bulo» levantado por una docena de escépticos, que de pronto hacen una forma «seria de astrología» y «ciencias alternativas».
Parece un constrasentido: unos escépticos haciendo cartas astrales.
Pero te apuesto lo quieras a que la gente no va a ser capaz ni de ver la contradicción, ni de entender por qué no tiene sentido, ni nada.
En general no me gusta subestimar a «la gente», como un todo.
Pero ciertamente, el éxito de tantos y tantos chantas demuestra que «la gente», «la masa» es realmente muy idiota. La mayoría, y eso quiere decir: nuestros amigos y nuestros parientes, e incluso yo mismo (aunque obviamente ya no, por lo que se ve).
El gran truco es poner a las pseudociencias «lejos del pedestal», como creencias «pequeñas», no muy importantes.
Porque las pequeñas supersticiones son más inofensivas que las grandes creencias.
Para mí fue más fácil abandonar toda creencia religiosa, porque el dogma estaba bastante claro: lo tomo o lo dejo.
Pero las pequeñas pseudociencias, sin dogmas claros, abiertas a lo que la gente quiera aceptar o no de ellas, son «versátiles», se «acomodan» al gusto de la gente, y así sobreviven.
Pero bueno, así es todo. Así son también las campañas políticas, los lavados de cerebro de los medios de comunicación, etc.