Re: cocodrimpi incomodando presenta….

#33267
Uhura
Miembro

No podemos leer la realidad únicamente desde la lógica de la provocación, que es la lectura que hace el policía, sesgada como está por su propia experiencia, prejuicios y demás. El decir que una mujer se viste provocativamente ya implica suponer que hay una intencionalidad en su forma de vestir, hay un otro supuesto destinatario de esa imagen seductora: el hombre que, desde este lugar resulta “provocado”. Esto no sólo implica definir a la mujer como un objeto de deseo al servicio exclusivo del hombre, imagen cosificada que se repite en los medios, en la publicidad de la gaseosa, en programas varios, etc. sino que también ubica al hombre en un lugar bastante precario: una especie de bolsa de testosterona que responde con una única conducta posible –algo bastante parecido al instinto- ante el estímulo visual de una hembra. Ok, no voy a razonar con los “chochamus”, Saibaba y no creo que ninguna mujer en su sano juicio se plantee la opción de pasearse en pelotas delante de la barra brava de Nueva Chicago… Está bien articular el discurso filosófico de la defensa de los derechos con el sentido común y la prevención. Pero es muy peligroso convalidar las palabras del policía.

No quiero plantear las cosas en términos mujeres versus hombres porque éste es un tema de mujeres y hombres, nos involucra a todos. Hay ciertas prevenciones que las mujeres nos acostumbramos a tener en situaciones cotidianas, muy lejanas a la posibilidad de violación, que se nos naturalizaron y que no debería ser así. Y la verdad es que da bastante rabia e impotencia. Va un ejemplo. Si una mujer camina por una vereda y divisa en la esquina a un grupito de “chochamus” reunidos en el kiosco (ni siquiera hace falta agregarle cerveza o tetra-brick a la imagen), no sería raro que esa mujer decidiera cruzar la calle para no tener que atravesar en medio de estos sujetos. Ni hablar si estamos en verano y la señorita osa usar una musculosa de algodón…blanca. No estoy hablando de una prostituta con botas bucaneras y minifalda. Entonces para evitar escuchar el tenor de las guarangadas que a los señores se les cante decir, se evitan esas situaciones. Ni mencionemos si la señorita tiene cierta sensibilidad feminista y se le ocurre contestar. Alguien me podría decir también que esto es un prejuicio mío: que no todos los hombres que se reúnen en la esquina del kiosco se parecen a estas bestias inadaptadas; que probablemente se juntaron después del partidito de fútbol a tomar una gaseosa. Y pueden tener razón. Y si la señorita seguro juntó valor y decidió pasar, seguramente respirará aliviada al advertir un sano silencio o, a lo sumo, un fragmento de la charlita sobre la epopeya futbolística. Porque esta mujer también tiene muchas experiencias pasadas que le han enseñado qué esperar en esas situaciones…