Espero ansioso el 1 de enero de 2013.
Ese día la decepción por las idioteces no cumplidas del 2012 será tan grande, que por largo tiempo la gente evitará inventar nuevas historias.
Yo le tengo fe al 2012. Lo veo con esperanza. No digo que nos liberará, pero sí que nos aliviará bastante de todas estas cosas.