Escepticismo

La importancia de no respetar las ideas

La violencia es el ultimo recurso del incompetente
Salvor Hardin
Primer Alcalde de la Ciudad de Términus

Hoy a las 11:30, hora local, un brutal atentado a la revista francesa Charlie Hebdo dejó al menos 12 muertes y 10 heridos. Los atacantes se identificaron como miembros de Al Qaeda y parecen haber sido motivados por la continua caricaturización del profeta Mahoma por parte del semanario.

El Círculo Escéptico Argentino desde su fundación decidió limitar sus temas al escepticismo científico y dejar, aunque es una realidad que la mayoría de los miembros y seguidores son ateos o no-creyentes de algún tipo, la crítica religiosa en manos de otras agrupaciones. En ese sentido, lo que pasó en Francia no entra dentro de nuestra esfera de incumbencia.

Sin embargo, hay una importante intersección entre este hecho y la práctica habitual de la ciencia. Tanto en los debates sociales como en los científicos hay una máxima que debe ser respetada: el libre intercambio de ideas. La supresión forzada de las ideas es algo completamente inaceptable.

El diálogo abierto es una condición casi indispensable para la práctica científica y el pensamiento crítico. La exposición a ideas distintas a las nuestras es la única forma de reducir nuestros propios sesgos y evitar crearse una cámara de eco en donde todos están de acuerdo y no hay ímpetu para avanzar en el conocimiento.

En mi caso personal, yo considero que mi exposición a las pseudociencias fue, es y será fundamental para mi aprendizaje de la ciencia:

[G]racias a la homeopatía, acupuntura y otras pseudomedicinas aprendí lo que es un ensayo clínico doble ciego con control de placebo. También fue gracias a ellas me curtí en mis primeras lecturas de papers científicos, aprendí a buscarlos y lograr pasar las barreras de pago. También entendí la estructura del efecto placebo con mucha más profundidad de lo que hubiera pensado. Conceptos como regresión a la media, sesgos experimentales ahora son parte de mi lenguaje cotidiano.

Pero esta no es la actitud que tienen quienes valoran más sus propias creencias que el proceso que los llevó a ellas (lo importante es el camino). Ellos van a tomar cualquier medida con tal de que sus creencias no sean desafiadas por nadie que no las comparta. El caso de los asesinos franceses es extremo, claro está, pero anteriormente el mismo semanario había sido objeto de una demanda por parte de la Gran Mesquita de París y la Unión de Organizaciones Islámica de Francia.

Los defensores de pseudociencias y pseudomedicinas también tienen un largo historial de ejercitar el músculo legal para silenciar a sus críticos en vez del músculo cerebral para refutarlos. En todos esos casos, cabe recordar las palabras citadas al inicio del post.

En este mismo blog hablamos de las amenazas legales de Burzynski y de Boiron en contra de bloggers independientes. Ambos casos no llegaron a nada y, por suerte, no lograron más que hacerlos quedar mal.

A la Asociación Británica de Quiropráctica (BCA) no le bastó sólo con amenazar y efectivamente demandó a Simon Singh, quien los había criticado por “promover alegremente tratamientos falsos”. Aunque la BCA perdió el caso miserablemente y la demanda inspiró un movimiento para modificar las leyes de difamación inglesas, los costos monetarios y de tiempos fueron enormes para Singh.

Actualmente Steven Novella está en el medio de una situación similar. Tanto él como la Sociedad para la Medicina Basada en Ciencia actualmente están siendo demandados por el Dr. Edward Tobinick. Se trata de un médico que promueve un tratamiento sin evidencia comprobada y que en su demanda califica a sus críticos como “competidores comerciales” y a los artículos publicados por Novella como “publicidad”. De esta manera logra saltearse las protecciones a la libertad de expresión que existen en EE.UU.

Otro caso reciente fue el de la compañía CrossFit, que inició una demanda contra científicos que publicaron un paper científico crítico sobre su régimen de ejercicios. En vez de contraatacar en la literatura científica, la empresa inició acciones legales acusando de falsear datos.

Algunos van más allá de amenazas legales y realizan amenazas físicas. Mike Adams es el dueño de NaturalNews, un sitio que promueve nociones de pseudomedicina y conspiraciones. Recientemente publicó una nota en la cual acusó a los defensores de los transgénicos de “promover un genocidio”, los comparó con los colaboracionistas nazis y parafraseó al gobierno alemán diciendo que “planear y realizar la matanza de quienes participan en crímenes atroces contra la humanidad” es una obligación moral. En la misma nota que realizó esa apelación a la persecución y asesinato, publicó una lista de los “colaboradores de Monsanto” que él mismo había hecho.

En otras palabras, lo que hizo Mike Adams fue un llamado a la violencia junto con un listado de nombres.

Peor es la situación de Sanal Edamaruku. El escéptico indio, famoso por retar a un gurú tántrico a que lo matara usando sólo magia (obviamente sin éxito alguno), ahora está autoexiliado en Finlandia luego de recibir amenazas de muerte directas y demandas judiciales por parte de grupos católicos por haber refutado un supuesto milagro de una estatua sangrante.

Un colega de Edamaruku, Narenda Dabhollkar, por su parte, no tuvo tanta suerte. Luego de acumular una larga lista de enemigos y amenazas de muerte en su vida de activista racionalista, fue asesinado en agosto de 2013.

La lista podría seguir y abarca un gran abanico de acciones. Desde amenazas vacías hasta asesinatos y masacres, todos son casos más o menos extremos de intentos de suprimir las críticas y callar la disidencia de parte del incompetente.

3 comentarios en «La importancia de no respetar las ideas»

  • No hay que olvidarse del atentado a Theo Van Gogh. Ni de Bergoglio que justificó la matanza diciendo que él golpearia a quien ofenda a su madre y que «eso es normal», además de expresar que «no se debe ofender la fe» (sobre todo la de él). Y lamentablemente muchos medios «progres» no lo cuestionaron por promover la violencia ni por no cumplir con aquello de «poner la otra mejilla» o de «amar a tu enemigo2.

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