Profecías y predicciones

Challenger, el misterio que no fue (parte 2)

Nostradamus y el transbordador espacial Challenger
Nostradamus y el transbordador espacial Challenger

En ocasión del 25° aniversario de la explosión del transbordador espacial Challenger, hablábamos en la primera parte de este artículo de los misterios inventados en torno a la tragedia y de cómo provienen, en último término, de la paranoia antigubernamental y de la prensa sensacionalista.

Con un halo de mayor respetabilidad —inmerecida— suelen ser recibidas las denominadas “profecías” de Nostradamus, el astrólogo francés del siglo XVI en cuyas centurias (conjuntos de cien versos de cuatro líneas) se suelen encontrar todo tipo de predicciones sobre eventos globales… aunque sólo después de que han ocurrido. Después de lo del Challenger, por supuesto, hubo quienes dijeron que Nostradamus lo había profetizado; están los que apuntan a la cuarteta I.LXXXI (es decir, la n° 81 de la primera centuria), que en castellano he visto traducida así:

Del rebaño humano nueve serán puestos aparte,
Del juicio y consejo separados,
Su fuerza será dividida al partir,
Kappa, Theta, Lambda muertos prohibidos dispersaos.

Esto no tiene mucho sentido. En inglés la han traducido aproximadamente, y yo retraduzco con mucha generosidad, como

Del rebaño humano nueve serán enviados lejos,
Apartados de juicio y consejo,
Su suerte estará sellada al partir,
Kappa, Theta, Lambda yerran los muertos expulsados.

En otras partes he visto traducido el tercer verso como “su suerte será ser divididos al partir”. El cuarto verso ni siquiera suena gramatical, aunque no sabría decir si lo es en el francés antiguo original. Las diferencias en todo caso son notables, aunque quizá explicables por el hecho de que diferentes autores de libros de misterio y profecía prefieren traducir según convenga más o menos a sus especulaciones (con frecuencia una cuarteta predice sucesos completamente diferentes según quién la interprete).

Los tripulantes del Challenger eran siete, no nueve (¡quizá había otros dos tripulantes secretos!). Aparentemente los creyentes vinculan las letras griegas kappathetalambda (Κ, Θ, Λ) con las consonantes de Thiokol, la empresa que fabricaba la pieza aislante que falló provocando la explosión. Es obvio que ni los números ni el orden de las letras importa.

Otros prefieren ver la predicción en la cuarteta VI.XXXIV:

De fuego volante la maquinación
Vendrá turbar al gran jefe asediado:
Dentro habrá tal sedición,
Que en desesperación estarán los vencidos.

Es difícil ver cómo esto puede tener que ver con el Challenger. La referencia al asedio, la sedición y la desesperación se vincula con el escándalo político y las pujas de poder dentro del gobierno estadounidense y la NASA luego de la explosión.

Dolores Cannon, autora de “Conversaciones con Nostradamus”
Dolores Cannon, autora de “Conversaciones con Nostradamus”

Dolores Cannon, la autora de Conversaciones con Nostradamus, salva esta profecía con el recurso (bastante sensato en principio) de preguntarle al autor qué quiso decir. Todo comenzó con Elena, una mujer de unos cuarenta años con diez hijos, con educación secundaria incompleta, que trabajaba en un restaurante. Elena, una ex-católica devenida en mormona, había sufrido una experiencia cercana a la muerte en la que había estado “fuera de su cuerpo” mientras trataban infructuosamente de revivirla, y había llegado a un grupo donde Cannon hablaba con sus seguidores sobre temas metafísicos y fenómenos psíquicos. Cannon, que como cosa de rutina realizaba regresiones de vidas pasadas con varios de sus pacientes/seguidores, le ofreció hipnotizarla. Elena aceptó y comenzaron las sesiones, con gran éxito, aunque muchas veces tenía que cancelarlas por cuestiones de trabajo o familiares.

Un día Elena llamó urgentemente a Cannon para contarle que le había pasado algo muy extraño. Un tal Andy, un “guía”, se le había aparecido y le había dicho que era importante que siguiera sus sesiones con Cannon y que tenía un mensaje importante para ella. Cannon le dijo que Andy era un ángel guardián. En la siguiente sesión Elena se rehusó a hablar porque tenía que “ver al maestro primero”. De pronto Andy apareció y le dijo a Cannon, a través de Elena, que todavía “no estaba lista”.

Para evitarles el suspenso, y sobre todo la aburridísima historia, llena de lugares comunes como los de los dos anteriores párrafos, diré que Elena terminó sirviendo de canal de comunicación hacia el pasado con Dyonisus, un discípulo de Nostradamus. A través de éste, recibió instrucciones de estudiar las cuartetas. Cannon decidió estudiarlas también, pero encontró que cada libro las traducía al inglés de forma distinta. Entonces decidió (arbitrariamente) utilizar la interpretación de The Prophecies of Nostradamus de Erika Cheetham (quien por supuesto creía en las profecías). El proyecto de comunicación con el profeta sufrió un golpe cuando Elena eventualmente tuvo que abandonar el grupo para irse a vivir a otro estado, pero finalmente Cannon pudo hablar con el maestro a través de Brenda, una estudiante de música que también estaba en el tema de las regresiones hipnóticas.

Nostradamus le dijo a Cannon (a través de Brenda) que lo del Challenger no era la primera tragedia espacial, sino la más publicitada; que muchos vuelos espaciales supuestamente no tripulados habían sido misiones tripuladas fallidas en las que los tripulantes murieron pero sus muertes fueron encubiertas. La Unión Soviética, dijo Nostradamus, había mandado seres humanos a Venus pero la nave había explotado al entrar en la atmósfera. Sobre el Challenger, Nostradamus dijo que le resultaba difícil ver cuál fue la causa pero aparentemente fue “un error de computadora” (término que Brenda le sugirió), que la tragedia había causado una división entre los altos mandos, y que cuando el programa espacial estuviera por volver a funcionar sería detenido por una guerra.

El resto de las “profecías” y sus interpretaciones no son más coherentes. Lo único sorprendente en este caso es la capacidad de los creyentes para creerse las explicaciones que ellos mismos están inventando. Cannon enfatiza el hecho de que sus sujetos de estudio no son personas interesadas a priori en lo psíquico, ni han tenido contacto con libros sobre el tema, pero contra eso podemos señalar su obvia credulidad (más allá del dinero que sin duda ganaría publicando libros sobre estas tonterías), la tendencia a la sugestión de los sujetos hipnóticos y el hecho de que todo sea a fin de cuentas un montón de declaraciones anecdóticas imposibles de comprobar.

Por si faltara algo, la caída del Challenger ocurrió poco tiempo antes de las primeras “entrevistas” con Nostradamus; uno casi podría asegurar que cualquier otro suceso catastrófico (de los que suelen ocurrir un año sí y otro no) podría haber sido referenciado. Si en un libro sobre Nostradamus no hay una predicción sobre algo importantísimo que ocurrió justo después de su publicación, empíricamente podemos asegurar que el siguiente libro sí lo predecirá, reinterpretando alguna cuarteta poco notable para ese fin.

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